Quitemonos la carga (Carlos Rey)






QUITÉMONOS LA CARGA


por Carlos Rey

Era una oportunidad que tenía que aprovechar. Los niños de América valían la pena. Por eso José Martí se sentó una vez más a escribirles acerca de uno de sus temas favoritos: el valor de la libertad. A Dios gracias que aquel patriota cubano no se retractó de redactar lo que sentía profundamente en el alma. De lo contrario, jamás hubieran llegado a publicarse los cuatro números de La edad de oro, revista mensual dedicada a la niñez, antes de que dejara de existir ese mismo año de 1889.

En el artículo titulado «Los tres héroes», Martí escribe: «...las bestias necesitan ser libres para ser dichosas...; la llama del Perú se echa en la tierra y se muere cuando el indio le habla con rudeza o le pone más carga de la que puede soportar. El hombre debe ser, por lo menos, tan decoroso como ... la llama. En América se vivía, antes de la libertad, como la llama que tiene mucha carga encima. Era necesario quitarse la carga o morir.» 1

Estas palabras del inspirado escritor traen a la memoria una canción compuesta por el Hermano Pablo que solía cantar una poetisa cubana en la década de 1950. Lesbia Olivares padecía de lepra. Como no podía pararse, caminaba de rodillas. Tenía los dedos encorvados de modo que le tocaba escribir a máquina sosteniendo a duras penas un lápiz, y con el borrador oprimía las teclas. Pero nada de esto impedía que esta compatriota de Martí compusiera sus versos, cantara, dirigiera grupos corales y se movilizara por toda la isla. Era realmente conmovedor oírla cantar:

Esclavo era yo sin esperanza,
esclavo y condenado a morir;
pero Cristo pagó esa deuda que yo
tenía y no podía cumplir.
Ahora canto porque
libre soy y yo sé
que Jesús, quien me dio la libertad,
no me deja caer de los brazos de él,
pues me guarda y me ama en verdad.
Cristo no sólo nos quita la carga de encima, sino que Él mismo nos carga en sus brazos cuando lo necesitamos, como seguramente sucedió vez tras vez en la vida de Lesbia Olivares. Y una vez que nos perdona y encamina hacia el cielo, Dios jamás nos pone más carga de la que podemos soportar. 2 Más bien nos trata con ternura, como dice la canción, «pues nos guarda y nos ama en verdad». Quitémonos la carga del pecado pidiéndole a Cristo que rompa las cadenas de la esclavitud que nos atan. Sólo así podremos cantar dichosos, como el Hermano Pablo y Lesbia Olivares, que Jesucristo nos dio la libertad.


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1 José Martí, La edad de oro, «Tres héroes», reproducido en José Martí: Páginas escogidas (Bogotá: Editorial Norma, 1994), p. 40.
2 1Co 10:13

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