CUARENTA Y CINCO AÑOS DE UN MENSAJE A LA CONCIENCIA
por Carlos Rey
Se transmitió por primera vez el 4 de mayo de 1964 en la República de El Salvador. Ese histórico día a nadie se le hubiera ocurrido que en el transcurso de cuarenta y cinco años se difundiría, sin interrupción, más de catorce mil veces de lunes a sábado, no sólo por radio sino también por televisión, por la prensa escrita y vía Internet, y no en un solo país de Centroamérica sino en treinta países del mundo. De ahí que la voz de Pablo Finkenbinder, conocido internacionalmente como el Hermano Pablo, tal vez haya llegado a ser la voz más escuchada en todo el mundo hispanohablante. Y de ahí la magnitud de la responsabilidad que le entregó a este servidor, Carlos Rey, ya que a partir de 1996 el Hermano Pablo, a los setenta y cinco años de edad, deseando un merecido descanso del ajetreo diario de la preparación y producción de UN MENSAJE A LA CONCIENCIA, dejó de grabar mensajes suyos. El reconocido veterano de los medios de comunicación decidió que a partir de esa fecha todos los nuevos mensajes los grabaría su sucesor.
En 1970 se produjeron setenta y dos MENSAJES A LA CONCIENCIA en cintas de 16 milímetros, que se comenzaron a transmitir por televisión en Lima, Perú. Pero no fue sino hasta 1980 que se produjeron los primeros cien programas en video, lo que abrió paso a una distribución más amplia por televisión.
La primera columna de prensa del Hermano Pablo fue publicada en 1971 en la Prensa Gráfica de El Salvador. La primera columna electrónica de UN MENSAJE A LA CONCIENCIA, vía Internet, apareció en www.conciencia.net en 1998, y actualmente en ese sitio, las veinticuatro horas del día, se pueden leer, escuchar e incluso ver en video todos los mensajes difundidos desde marzo del 2004.
Tal vez la descripción más acertada que se le ha dado a UN MENSAJE A LA CONCIENCIA sea la que le dio el gerente general de Panamericana Televisión en Lima, Perú, quien calificó el programa como espiritual sin ser religioso. El Hermano Pablo mismo, desde el principio, se propuso «ser la voz de Dios a la conciencia de todo hispanohablante del mundo». En uno de sus mensajes, él resume esa declaración de misión en las siguientes palabras: «No ando buscando fantasmas ni levantando luces rojas. No soy ni sensacionalista ni fanático. Solamente hago un llamado a la conciencia e invito a la reflexión.»
Cumplidos cuarenta y cinco años, UN MENSAJE A LA CONCIENCIA se difunde casi cinco mil veces al día en todo el mundo de habla hispana. Sin lugar a dudas, el Hermano Pablo logró su objetivo de ser la voz de Dios a nuestra conciencia. Pero la visión del Hermano Pablo se extiende más allá de su objetivo inicial. Para que UN MENSAJE A LA CONCIENCIA tenga un futuro tan prometedor como su pasado, tiene que seguir llegando a la conciencia del pueblo hispano para rescatar los valores perdidos de nuestra sociedad. Determinemos cada uno que vamos a contribuir a extender esa visión. Abracemos individualmente esos valores culturales, morales y espirituales, y defendámoslos a capa y espada para así legarles a las futuras generaciones un mundo mejor, transformado por el poder y la gracia de Jesucristo.
por Carlos Rey
Se transmitió por primera vez el 4 de mayo de 1964 en la República de El Salvador. Ese histórico día a nadie se le hubiera ocurrido que en el transcurso de cuarenta y cinco años se difundiría, sin interrupción, más de catorce mil veces de lunes a sábado, no sólo por radio sino también por televisión, por la prensa escrita y vía Internet, y no en un solo país de Centroamérica sino en treinta países del mundo. De ahí que la voz de Pablo Finkenbinder, conocido internacionalmente como el Hermano Pablo, tal vez haya llegado a ser la voz más escuchada en todo el mundo hispanohablante. Y de ahí la magnitud de la responsabilidad que le entregó a este servidor, Carlos Rey, ya que a partir de 1996 el Hermano Pablo, a los setenta y cinco años de edad, deseando un merecido descanso del ajetreo diario de la preparación y producción de UN MENSAJE A LA CONCIENCIA, dejó de grabar mensajes suyos. El reconocido veterano de los medios de comunicación decidió que a partir de esa fecha todos los nuevos mensajes los grabaría su sucesor.
En 1970 se produjeron setenta y dos MENSAJES A LA CONCIENCIA en cintas de 16 milímetros, que se comenzaron a transmitir por televisión en Lima, Perú. Pero no fue sino hasta 1980 que se produjeron los primeros cien programas en video, lo que abrió paso a una distribución más amplia por televisión.
La primera columna de prensa del Hermano Pablo fue publicada en 1971 en la Prensa Gráfica de El Salvador. La primera columna electrónica de UN MENSAJE A LA CONCIENCIA, vía Internet, apareció en www.conciencia.net en 1998, y actualmente en ese sitio, las veinticuatro horas del día, se pueden leer, escuchar e incluso ver en video todos los mensajes difundidos desde marzo del 2004.
Tal vez la descripción más acertada que se le ha dado a UN MENSAJE A LA CONCIENCIA sea la que le dio el gerente general de Panamericana Televisión en Lima, Perú, quien calificó el programa como espiritual sin ser religioso. El Hermano Pablo mismo, desde el principio, se propuso «ser la voz de Dios a la conciencia de todo hispanohablante del mundo». En uno de sus mensajes, él resume esa declaración de misión en las siguientes palabras: «No ando buscando fantasmas ni levantando luces rojas. No soy ni sensacionalista ni fanático. Solamente hago un llamado a la conciencia e invito a la reflexión.»
Cumplidos cuarenta y cinco años, UN MENSAJE A LA CONCIENCIA se difunde casi cinco mil veces al día en todo el mundo de habla hispana. Sin lugar a dudas, el Hermano Pablo logró su objetivo de ser la voz de Dios a nuestra conciencia. Pero la visión del Hermano Pablo se extiende más allá de su objetivo inicial. Para que UN MENSAJE A LA CONCIENCIA tenga un futuro tan prometedor como su pasado, tiene que seguir llegando a la conciencia del pueblo hispano para rescatar los valores perdidos de nuestra sociedad. Determinemos cada uno que vamos a contribuir a extender esa visión. Abracemos individualmente esos valores culturales, morales y espirituales, y defendámoslos a capa y espada para así legarles a las futuras generaciones un mundo mejor, transformado por el poder y la gracia de Jesucristo.
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