LA ÚNICA RECOMENDACIÓN NECESARIA
por Carlos Rey
por Carlos Rey
Un niño cubierto de harapos llegó al orfanato Bernardo en Londres, Inglaterra, para pedir que lo admitieran. El doctor Bernardo, director en aquel entonces del orfanato, recibió al niño en su oficina, pero le dijo:
—No te conozco, hijo. ¿Quién eres?
—Me llamo Miguel —le contestó el niño.
—No, Miguel, no me refiero a tu nombre. Lo que necesito saber, más bien, es quién te recomienda.
El niño miró de reojo sus harapos y respondió:
—Señor, yo creí que esta ropa vieja era la única recomendación que necesitaba.
Al oír esto, el doctor Bernardo lo tomó del brazo, lo miró fijamente a los ojos y le dijo:
—Tienes razón, hijo. Esa es la única recomendación que necesitas.
Esta anécdota nos lleva a reflexionar sobre nuestra condición espiritual. Pues así como al niño le convino reconocer su condición material, también a nosotros nos conviene reconocer nuestra condición espiritual. Sólo que una cosa es reconocerla, y otra es considerarla una recomendación ante Dios.
Muchos dicen: «Yo quisiera llevar una vida que agrade a Dios, pero no puedo. Hay muchas cosas en este mundo que me dominan. Soy pecador y lo reconozco. Por una parte quiero la aprobación de Dios, pero por otra reconozco que no la merezco. Dios no me puede aceptar a mí, porque estoy demasiado sucio.»
Al igual que el niño de la anécdota, éstos reconocen su condición sucia y harapienta; pero a diferencia de él, no reconocen que esa suciedad es precisamente la recomendación que Dios busca. El profeta Isaías puso el dedo en la llaga cuando dijo: «Todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia.»1 Pero Jesucristo respondió: «No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos. No he venido a llamar a justos sino a pecadores para que se arrepientan.»2 Y luego cumplió esa misión que lo trajo al mundo cuando cumplió a su vez la profecía de Isaías, que dijo que sería «traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades», y que por sus llagas nosotros seríamos sanados.3
Puede leerlo completamente, verlo de nuevo en video como si fuera por TV, escucharlo como si fuera por radio, incluso imprimir este mensaje y muchísimos otros más desde marzo del 2004 hasta hoy, en: www.conciencia.net
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