Jim O’Neal tenía 65 años de edad cuando tuvo un derrame cerebral parcial mientras piloteaba su avioneta de Escocia a Inglaterra. Por buena parte del viaje, tuvo que volar a ciegas, logrando aterrizar su avión siguiendo las instrucciones de un coronel de la fuerza aérea, quien por radio lo guió paso a paso hasta que el avión tocó pista. De igual forma tenemos que vivir nuestra vida, volando ‘a ciegas’, sin saber lo que va a pasar mañana, pero con la certeza de que no estamos solos en el viaje, pues tenemos una voz que nos guía a nuestro destino final, a nuestra eterna morada. Dios nunca deja de transmitirnos Su voz, Él nunca deja de mostrarnos el camino a casa… está en nosotros el escucharlo.
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