El desierto no se puede evitar; enfrentar el desierto nos bendice y nos hace fuertes. Aún Jesús tuvo que atravesar su desierto y cuando salió victorioso de las tentaciones, los ángeles le rodearon y le sirvieron. Así que si estás pasando un desierto, como Jesús, es porque los ángeles también vendrán a tu encuentro. Si estás luchando con una enfermedad que no se va, con un matrimonio quebrantado, con una crisis financiera, ó con hijos que sufren adicciones que los lastiman, no te rindas, sigue peleando; recuerda que Dios le dijo ‘no’ a su hijo en la cruz, para que hoy puedas estar adorando al Señor y tener vida eterna. Sigue luchando… hasta que los ángeles lleguen.
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