Cuenta la Biblia que Jesús preguntó a Pedro: ¿me amas? Y cuando Pedro respondió que sí, Jesús le dice: ‘apacienta a mis corderos’. Esto ejemplifica que por amor al Rey, debemos amar y ayudar al prójimo. Si amamos al Señor, debemos ser como esos motores o propulsores cuya misión es dar a los cohetes espaciales el impulso necesario a la hora del despegue y que la nave llegue a su destino. Si en verdad amamos al Señor, tenemos que dedicar nuestra vida a servirle, a predicar a los perdidos, a confortar a los enfermos. Hagamos valer Su sacrificio con nuestras acciones y elijamos desde hoy ser propulsores del reino de Dios.
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